7.20.2007

¿Qué nos ata?

Pertenezco a una nación llamada República Dominicana, algunos la llaman Santo Domingo y otros Quisqueya. Soy de allí, del África indomable, del Europa colonizador, del aborigen ingenuo, soy eso, caribeño, hijo de montañas y mares, de alcohol y humo, simplemente isleño, insular, del centro de América, de un pueblo nuevo, de una historia corta, pero inmensa en valor y amor.

Un 5 de diciembre cambio el rumbo de mi tierra, inicia la cristianización, la abolición de lo propio y la inserción de lo ajeno. Desde aquellos días de confusión, sometimientos, de gritos y ansiedad, la lucha en contra de la explotación y la discriminación no ha cesado, solo se ha disgregado por momentos y congregado en otros. Ciclos, para no desmembrar a un pueblo, ciclos necesarios de respiros para no sucumbir lo poco o mucho que se ha construido.

Todavía no llegamos a las metas, la búsqueda de la libertad, de una identidad e igualdad fue, son y serán el motor que nos permitirá en algún momento hermoso, consumar lo tantas veces iniciado. Nada fácil lograrlas. Avanzar hacia ellas, sacrificios, lágrimas y sangre de mujeres y hombre valientes nos ha costado, pero hemos heredado un legado que nos toca encaminar y fortalecer.

Ir, rescatar, entender la dimensión de la acción, entrega y pensar de nuestras mujeres y hombres mancipados de cuerpo y libres de alma, es lo único que nos garantiza subsistir y vencer esta pobreza de solidaridad, esta desigualdad excusada, ignorada y aprovechada.

Juan Pablo Duarte, Maria Trinidad Sánchez, Gregorio Luperón, Minerva Mirabal, Francisco Alberto Camaño, Amaury Germán Aristy, Florinda Soriano Muñoz (Mamá Tingó)… podríamos llenar este espacio de valientes dominicanos. Ellos cumplieron. Por su arrojo hoy gozamos de un territorio propio, solo nos falta ordenarlo y asearlo.

Me pregunto qué sería de nuestro país si en los hogares, escuelas y el Estado como ejemplo, promoviera hasta el cansancio la vida de estos dominicanos. Qué pasaría si interiorizáramos desde nuestra niñez a nuestros patriotas Dominicanos. Qué pasaría si conociéramos lo que somos y de donde venimos.

Solo se cuida aquello que entendemos como propio y estamos conciente de su valor y costo.

Esta, nuestra bella y brava tierra, necesita que la reencontremos con su esencia, tenemos que salvarla y salvarnos, sacudirla de los parásitos, presentarle las ideas de Duarte y recordarle el porque de su existencia.

La opción es arriesgarnos, construir una alternativa que rompa con este engañoso statu quo, que nos tiene complaciente y conformista. Mientras éste sistema de partido perversos e indolentes continúen como carroñero, alimentándose del hambre y la miseria, nos seguirán arrastrando a una desmoralización colectiva. "La corrupción nos pasa por el lado la saludamos y compartimos con ella, el clientelismo es nuestra salvación, el honrado es un raro (pendejo) y el ladrón nos resuelve".
Es necesario una nueva corriente política que nos reencuentre con la dignidad, la honradez, con el orgullo de ser hijo de esta perseverante nación, que entienda que debe dar y facilitar las herramientas para promover y construir una sociedad conciente, activa y fiscalizadora.

Caminemos hacia un país de todos, donde se pueda vivir con dignidad.

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