4.23.2008

Lagrimas

en ese punto ínfimo
estábamos
tomaste el norte
tome el sur
en tu primer paso
lagrimas tocaron la acera fría
en mi primer paso
lagrimas tocaron la acera fría
ellas retornaron al punto

4.08.2008

¿Pregúntale a la vida?

Me dijo: era perfecto, era mi vida, era mi caminar, mis sentidos.
Hizo una pausa, me abrazo, me miro.
-Se fue- dijo.

Tengo grandes amigos/as, que me aguantan mis loqueras, mis desapariciones, Ana es una de ellas. Hace unos años que no la veía, dos para ser exacto, pero es de esas almas que transciende mi actual existencia. En este 22 de un mes cualquiera tenía que estar con ella.

Cada vez que alguien recomienza nuevas vidas, me ocurre lo mismo, siento como si me quedara estacionado en un limbo, nublado, continúo pero es como si no estuviera, como en stand-by. Miro cosas pasar, pero no distingo; escucho, pero no decodifico. Así puedo pasar horas, hasta días.

La vida no miente, no da vueltas, actúa sin espera. Allí tenía sentada a una mujer maravillosa, desgarrada, desesperada, con un dolor hueco, deseando un solo segundo de alivio.

Dentro de mi espasmo rutinario traté de buscar algo positivo, tarea que sabía que no sería fácil, pero debía encontrar algo para Ana, una frase, palabra, lo que sea. Veo que toma su encendedor y camina hacia el balcón, da la vuelta y se dirige hacia la puerta que da a la calle. Salgo, encendemos dos cigarrillos, ella solo dice ¿por qué?, ¿por qué?...

La frase que andaba buscando la encontré en ese momento pero no me atreví a decírsela, sentía que iba ser muy dura para ese momento, así que seguí en mi estado circunstancial.

Ana, había encontrado el Amor del que hablan los versos, de seguro si no lo hubiese hallado el dolor no hubiera sido aquel que reflejaba su rostro, era el precio de lo maravilloso, de lo mágico.

Ana, mi amiga, es de lo seres humanos afortunados. Ella pudo abrazar su misma piel, otros seres nunca llegan, ni por un segundo, a sentir la felicidad que ella tuvo por años.